Después de una lesión en los ligamentos, los primeros pasos consisten en buscar a un especialista para diagnosticar el tipo y grado de la lesión. En algunos casos se recomienda una cirugía, mientras que en otros el abordaje es convencional, con la combinación entre descanso, hielo, compresión y elevación, es decir, el tradicional método RICE.
Sin embargo, después del tratamiento, el proceso de rehabilitación de ruptura de ligamentos es clave para una reintegración exitosa a la vida laboral, con menos probabilidades de reincidencia o nuevas lesiones.
Hoy en el blog de Movim te contaremos cómo es el proceso de rehabilitación de ligamentos de rodilla después de una lesión. ¡Comencemos!
Objetivos de la rehabilitación
Recuperar la marcha
En primera instancia, la rehabilitación ayuda a recuperar la movilidad, la marcha y la confianza en sí mismo, especialmente en el caso de pacientes con lesiones graves o que fueron intervenidos quirúrgicamente. Los primeros días después de la cirugía, los ejercicios de rehabilitación rodilla operada se enfocan en que el paciente vuelva a caminar y estar de pie sin ayuda.
Restaurar la fuerza
Una vez que la articulación se puede mover sin dolor, y es tolerable aplicar un poco de presión, la rehabilitación se enfoca en restaurar la fuerza a través de una combinación de movimiento general, como caminatas, y ejercicios enfocados en trabajar la musculatura. Por ejemplo, el curl de isquiotibiales es de gran ayuda para fortalecer los músculos y se puede añadir peso de forma gradual.
Prevenir la rigidez
El movimiento es indispensable para mantener las articulaciones en condiciones óptimas. Sin embargo, el dolor puede dificultar la movilidad y hacer que los pacientes tomen posturas anormales, o dejar de mover la articulación para no sentir dolor. Desafortunadamente, a largo plazo, esta falta de movimiento puede provocar rigidez y empeorar el dolor.
Por otro lado, al consumir medicamentos, el alivio es temporal ya que solo enmascaran el dolor, sin tratar su causa. Esto provoca que, a largo plazo, sea necesario tomar dosis más altas porque el paciente desarrolla tolerancia al fármaco.
¿Cuándo empezar con la rehabilitación?
El primer paso siempre es buscar el consejo de tu médico ya que no siempre es fácil identificar el grado de la lesión. Incluso en una lesión leve, si no recibes el tratamiento adecuado podrías terminar con secuelas o complicaciones a futuro. Así que, entre más pronto acudas con el especialista, más rápido comenzarás con la rehabilitación, sanarás y podrás recuperar tu rutina diaria.
Ahora bien, en ocasiones se recomiendan ejercicios de rehabilitación como parte de la recuperación con un tratamiento convencional, o bien, antes de una cirugía. Las recomendaciones de ejercicios suelen ser elevaciones con las piernas rectas, elevaciones laterales de piernas, flexiones y extensiones de rodilla al estar sentado o acostado para no añadir demasiada presión a la rodilla lesionada.
Antes de una cirugía, los ejercicios de rehabilitación también pueden recomendarse para fortalecer la parte superior del cuerpo con el fin de facilitar el moverse con unas muletas o bastón.
Después de la cirugía, los ejercicios de rehabilitación comienzan lo más pronto posible. Durante la primera semana de la recuperación suelen recomendarse ejercicios de marcha y movilidad, e irá incrementando su intensidad de forma gradual y seguir practicándolos durante varias semanas.
Entre las semanas siete y once, es común que el fisioterapeuta apruebe la práctica de ejercicios de baja intensidad como natación o ciclismo, que además permiten trabajar los músculos de las piernas para que la sangre fluya a través de la articulación sin estresarla demasiado, lo que ayuda al proceso de curación.
Algunas personas pueden volver a practicar deportes de mayor impacto, como el tenis, después de la semana 12 tras la cirugía. Eso sí, deben seguir practicando ejercicios de fisioterapia, calentar sus articulaciones antes de comenzar a entrenar y practicar estiramientos después de terminar.
Aparatos ortopédicos como parte de la rehabilitación
No importa el tipo de ejercicio que se practique durante la rehabilitación, el uso de un aparato ortopédico es clave para dar estabilidad a la articulación, comprimirla suavemente, activar los músculos para ayudarlos a tener el soporte necesario para realizar cómodamente las actividades cotidianas.
El uso de un aparato ortopédico es recomendable hasta después de la etapa final de la rehabilitación para evitar que el dolor vuelva a aparecer después de un día en que el paciente dio una caminata exhaustiva, o pasó demasiado tiempo de pie, o tal vez cargó mucho peso. En ocasiones, las lesiones de rodilla vuelven a aparecer incluso después de la rehabilitación y fortalecimiento muscular.
Aunque aparentemente ya no se sienta dolor en la rodilla, la lesión puede no haberse curado por completo y que aún esté presente cierta inestabilidad. La rodillera o soporte activo ayuda a los procesos naturales de recuperación, por ello es recomendable seguir usándola, especialmente al practicar actividades extenuantes, como el deporte.
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